213.
Claro, ascensor.
Entonces, suave, mi boca sobre la suya, apenas entreabierta. No puedo cerrar los ojos. La miro mientras la beso.
Su lengua rozandome los labios.
No lo controlo. No domino. No puedo.
Me lleva puesta. Me arrasa.
Llegamos, 213.
Tenía un blog. Era un blog de amor. Y terminó.