jueves, 25 de septiembre de 2008

2

Él es morocho, tan morocho como puede ser un chico de Caballito o algún barrio así. Tan morocho, tan alto, tan lindo.
Ella, hermosa. Simplemente. Bella.

Él nos quería a las dos. Nos quería coger, a las dos.

Ella estaba esperándome en la vereda del bar. Desde el taxi, vi sus dedos sosteniendo el cigarrillo y la punta de una de sus botas. Vi el dibujo de su cuerpo y me tentó solo mirarla de lejos.
No lo íbamos a esperar. Ella quería conocerme primero. Escucharme, verme, olerme.
Ella quería y yo cuando la vi quise.
Quise.


Las historias se replican. Las fotocopias pueden ser parecidas, otra definición, incluso otro color, pero son fotocopias finalmente