miércoles, 30 de abril de 2008

Baby agarró el libro azul y leyó lo que Feiling decia: "-Te la chupo. ¿Querés que te la chupé?

Durante interminables minutos, tras un primer y débil endurecimiento, la mujer había hecho lo posible para que él se excitase. Errandonea hubiera podido describir minuciosamente el techo de aquel cuarto, las esquinas con decoraciones florales y la mancha de humedad -cobriza y pequeña, acribillada por unos extraños puntos rojos- sobre la que habia proyectado, mientras intentaba concentrarse, los monstruosos animales de su vergüenza. Harta de no producir mayores efectos, "Aridna" habia querido ensañarse con sus tetillas. Ante el rechazo de tales caricias, la lengua rugosa había bajado de nuevo hacia el pene, pero esa vez en combinación con los dientes. El dolor de los mordiscos, mínimo pero molesto, le había arrancado un gimoteo.

-No hay caso, no se te para.

Furia. Furia por lo grosero del tono y de la frase, por supropia impotencia. Tomándola de los hombros, había arrojado a la mujer al piso, donde la había pateado reiteradamente en el estómago y los senos. Mientras ella intentaba resistirse a los golpes, él había percibido que su furia se cambiaba a euforia, en un impulso cruel e irresistible. Con el pene ya rígido, la habia forzado a repetir el acto tan poco efectivo antes. A punto de ahogarse, la mujer habia tenido arcadas, babeado un líquido blancuzco. Entonces la había penetrado por atrás".