lunes, 25 de agosto de 2008

El chico de anteojos me abrazó en el pasillo. Entre el living y la cocina.

Tenia olor a supermercado. Rico olor.

Lo besé y dejé que me besara. La boca entreabierta, un poco de cigarrillo y vino.

Me arrodille, era lo que debía hacer, y le baje el cierre.

Quería chuparsela.
Estaba caliente. La pija dura, la respiración pesada.
Cuando me la metí en la boca supe que podía pedirme lo que quisiera.
El precio del rescate era la sumisión y yo iba a pagar.